Gran parte de mi concepción de otras ciudades esta extremadamente vinculada a mi identidad marplatense. Absolutamente todo lo veo en comparación a esa costa sinuosa, las construcciones de pieda, los bosques que la rodean, y por sobre todo la gente que la habita.
Pero Mar del Plata no es una ciudad de marplatenses. Ninguno de mis amigos tiene ambos padres nacidos en esta ciudad. Mar del Plata es en cambio una ciudad de quien la hace suya, de quien la adopta y la modifica, logrando así su peculiaridad y sus contradicciones.
Mar del Plata es una ciudad con aires de pueblo. Un pueblo de edificios que rasgan el cielo, de transitadas avenidas y playas colmadas que alguna vez supieron pertenecer a la élite argentina y que hoy dominan personas de todas las clases sociales.
Mar del Plata es conocida por su verano, pero son sus otros 9 meses lo que la hacen única. Cada día cuando salía del trabajo mi colectivo doblaba por la avenida Luro en la costa, y siempre me quedaba fascinado con la imagen de aquellos dos edificios imponentes. Y estoy orgulloso de haber nacido donde nací, a pesar de que eso no es mérito alguno. Y así como todos los que vivimos aquí, yo también estoy hecho de arena, mar, bosques y piedra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario